Sanar no es como lo pintan: lo que nadie te cuenta.

Hay quienes creen que sanar es salir de la primera sesión con el psicólogo y ver chispas mientras levitamos y entramos a una nueva dimensión. Temo desilusionarte, sanar es un proceso mucho (mucho) más complejo.

Yo también creí que al tomar la decisión de sanar todas aquellas heridas del pasado, iba a ver halos de luz y escuchar música de fondo, algo así como You Make My Dreams de Hall & Oates. Sí, como en aquella famosa escena de 500 días con ella. Pero no.

Así como algunas cortaduras de la piel requieren de cuidados especiales para sanar, las heridas emocionales requieren de toda nuestra atención y mucha energía. Es un proceso poco romántico.

Y aquí va otra de las características de los procesos de sanación: son largos. Cuando elegimos sentirnos mejor, estamos dando apenas el primer paso para construir una nueva versión de nosotros mismos. Es como abrir una caja de Pandora.

Hay muchas formas de sanar o, más bien, muchas herramientas que combinar para encontrar tu propia fórmula.

Si te decides por terapia psicológica, meditación, yoga, reiki, musicoterapia, un ritual de temazcal, un acercamiento con alguna religión o todas las anteriores, seguramente vas a encontrarte con un elemento en común: sanar duele.

Es importante aceptar la herida, sin juzgarla. Es parte de ti. Y, en un segundo, momento, también es clave enojarte con quien o quienes la causaron, así hayas sido tú mismo. La “magia” ocurre cuando puedes pasar casi inmediatamente de la culpa a la responsabilidad.

Ahora sí, hay que encontrar la causa raíz de tus heridas, de otros modo no podrás sanar. Hacerle frente al dolor del pasado no es cosa fácil. Sin embargo, aquí es cuando se trabaja el perdón y te quitas un peso de encima.

Y para sanar una herida, hay que dejar de tocarla. Después de limpiarla hay que darle tiempo al tiempo mientras el mundo te enfrenta una y otra vez a sucesos que ponen a prueba tus nuevas creencias. Vas a querer renunciar. Resiste.

La sanación es caótica y desgastante. No hay atajos y arde, arde mucho. Es muy probable que no vuelvas a ser el mismo. No creo que quieras volver a ser el mismo.

Así que abraza tu proceso, sé paciente contigo mismo. No va a ser sencillo, pero lo vale todo. Sanar es elegir vivir mejor aunque cuando, primero, hay que pasarla peor. Suena masoquista, lo sé, pero es todo menos eso.

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