“Ni picha, ni cacha, ni deja batear”. Se trata de ese hombre o mujer que te ha dejado claro que no te quiere, pero que siempre está presente, que va y viene, que parece alimentarse de tu sufrimiento.
No importa si te lo dijo con todas sus letras o si es de los que te busca dos días sí y cinco no, si no muestra interés (mucho más allá de las palabras), entonces, sencillamente no te quiere.
Hay hombres (y mujeres) que deliberadamente o sin intención (consciente), crean círculos viciosos de algo que parece amor pero, por supuesto, no lo es. Cuando la distancia crece les genera ansiedad, si es muy corta, también.
Pero hoy no vamos a explorar las razones por las cuales el susodicho está cómodo en la puerta de entrada de tu vida, vamos a identificar por qué no lo has echado a patadas. No te quiere y eso no va a cambiar por mucho que hagas.
Claro que te escribo con conocimiento de causa. Pero abrí los ojos abruptamente cuando, después de contarle mis dramas a un terapeuta me dijo: “Si no te deja, déjalo tú”.
Si no te deja, déjalo tu. ¿Verdad que parece obvio?
Alejarte de quien un día te quiere y al otro te ignora no es tarea fácil, sobre todo, porque es apenas el primer paso de un proceso de sanación que, por cierto, nada tiene que ver con él (o ella). Porque de raíz hay una sensación de insuficiencia, falta de autoestima y hasta fidelidades invisibles.
Como coach en formación, he aprendido a voltearme a ver antes de juzgar al otro, porque todo lo que pasa afuera (lo que creo que me pasa) es solo un reflejo de lo que pasa adentro, de mis necesidades no satisfechas.
El otro no es malo, simplemente no te quiere, esas cosas pasan. Pero si cada vez que estás a punto de olvidarlo, le basta un poco de cursilería para volverte a tener a sus pies, no es él, es tu falta de límites.
Podría contarte sobre todos mis resbalones y sabrías que no somos tan diferentes, sin embargo, son los pequeños pasos de amor propio los que me tienen aquí, escribiendo en pasado. Y, aún así, no voy ni a la mitad del camino. Es más, empiezo a pensar que este camino no tiene un final.
Tú le enseñas a la gente cómo tratarte, ¿qué tal te va con eso?
